DAVID RUSSELL
11 DE JUNIO DE 2009-AUDITORIO NACIONAL;MADRID
Hay músicos que con su arte nos muestran lo que hay tras las multimillonarias campañas de marketing, las fotos, las poses, los premios y reconocimientos… etc. y es simplemente ¡LA MÚSICA! (en este caso, necesariamente con mayúsculas). Uno de estos intérpretes es el gran guitarrista escocés (de nacimiento) David Russell que actuó el pasado día 11 en el Auditorio Nacional de Madrid dentro del I Festival de Guitarra de Madrid.
Como ya hemos venido comentando, el seguimiento del Festival de Guitarra por parte del público madrileño no está cumpliendo las expectativas de los organizadores, lo que ha llevado a la cancelación de la mayor parte del cartel. Ésta no fue una excepción y el pasado jueves acudimos apenas 150 personas a escuchar a uno de los mejores guitarristas clásicos del panorama internacional que en 2005 fue galardonado con un Grammy por su CD AIRE LATINO en la categoría de mejor solista instrumental en música clásica.
Aunque suene un poco raro para un guitarrista de origen escocés, el concierto dio comienzo con una puntualidad inglesa. A las 22:30 exactamente David subía al escenario de la sala de Cámara del auditorio ante un público poco nutrido pero repleto de seguidores de la carrera de este maravilloso guitarrista. Desde el primer momento Russell se mostró muy divertido y cercano, presentándose cortésmente e introduciendo brevemente el programa, que dio comienzo con la trascripción del propio artista de la Sonata R. 46 en Si bemol Mayor de Vivaldi, originalmente escrita para cello y continuo. Uno de los comentarios que más se han oído en relación a la carrera de este genial guitarrista, no sin razón, es que la capacidad de dejar a un lado el lucimiento personal para concentrarse en una ejecución musical suprema, con una técnica impecable, un sonido increíble y la musicalidad que en su día elogiara el maestro Segovia.
Siguiendo con sonoridades barrocas, Russell presentó las dos piezas de Bach que interpretó a continuación, bromeando sobre la famosa Air en Sol, de la tercera suite orquestal, que a pesar de su nombre está escrita en Re. La magistral escritura del maestro alemán llenó el auditorio con estas dos formidables piezas en una ejecución impecable. Quizás para muchos de los lectores de este espacio web, acostumbrados a magnificas guitarras eléctricas, pastillas, circuitos, potentes sistemas de amplificación y demás cacharrería, la idea de que un guitarrista pueda inundar una sala con su sonido parezca un hecho banal, pero para los que nos hemos sentado alguna vez ante el respetable con tan solo un trozo de madera, seis cuerdas y (en el mejor de los casos) un trozo de papel, sabemos que muy pocos guitarristas son capaces de lograr semejante calidad de sonido. Y creedme si os digo que en este sentido, Russell es uno de los mejores guitarristas del panorama internacional actual.
Además de un sonido limpio e intenso Russell hizo gala de un enorme virtuosismo en las tres piezas del compositor del barroco francés Couperin que interpretó a continuación. Las magnificas transcripciones realizadas por el propio guitarrista han sabido recoger toda la esencia del que fuera, junto a Rameau, uno de los principales maestros del clavicémbalo en Francia. Especialmente espectacular fue “Les tours de passe passe” (algo así como “los juegos de manos”) que levantó más de una ovación entre el público por el espectacular dominio técnico que conlleva.
Russell quiso hacer una mención especial al centenario de la muerte de Francisco Tárrega (1852-1909) interpretando a continuación algunas de sus piezas menos conocidas, no sin antes comentar una de las más populares anécdotas sobre el genial guitarrista catalán. Tocó un fragmento del “Gran vals” con la famosa melodía que se ha ligado inevitablemente a una conocida marca de móviles, la melodía ya mundialmente conocida como “Nokia-tune”, para demostrar que, si bien se ha cumplido un siglo de su desaparición, Tarrega sigue sonando a diario en todo el mundo. El trémolo de “Sueño” fue simplemente impecable y en la exquisita melodía de “Alborada” – la cajita de música – no faltó ni uno solo de los abundantes armónicos.
Dicen que cuando uno está disfrutando el tiempo transcurre más deprisa, y debe ser así porque, casi sin caer en la cuenta, llegamos a un breve descanso de apenas 15 minutos en los que muchos espectadores, reunidos en corrillos comentaban asombrados la espectacular maestría de Russell.
Tras volver del descanso, viajamos al siglo XVIII de la mano de otro gran guitarrista, el madrileño Dionisio Aguado. La cuidada melodía del adagio y la elegante polonesa sirvieron de entremés perfecto para el plato fuerte de la noche, la obra “El llanto de los sueños” que Stephen Gross ha dedicado a David y Maria Russell. La pieza, estrenada la pasada primavera, está formada por tres movimientos inspirados en las obras de Lorca: “Cantiga”, “Madrugada” y “Alborada”, que en palabras del propio compositor denotan una cierta nostalgia hacia la Andalucía de los años 20 y 30 de este siglo.
Para acabar, Russell hizo referencia al segundo aniversario que se celebra este año, el del centenario de la muerte de Isaac Albeniz (1860-1909) interpretando otras dos transcripciones de composiciones este gran músico y pianista. Si bien Albeniz no escribió una sola nota para la guitarra, su música parece estar inexorablemente unida a este instrumento y las transcripciones de sus composiciones para piano han pasado a formar parte del vocabulario habitual de los guitarristas contemporáneos. En los bises pudimos disfrutar, además, de dos de las composiciones más populares del compositor catalán, la conocida “Malagueña” y “Sevilla – rumores de la caleta”, que junto a la melodía irlandesa “My gentle harp” pusieron al pie al respetable que las aplaudió emocionado.
En definitiva, un concierto formidable, sin poses, ni fotos, ni focos, ni nada de eso, pero con música, muchísima música, de la mano de un guitarrista que sabe combinar una enorme musicalidad y virtuosismo técnico con una sencillez y simpatía innatas.
Hay músicos que con su arte nos muestran lo que hay tras las multimillonarias campañas de marketing, las fotos, las poses, los premios y reconocimientos… etc. y es simplemente ¡LA MÚSICA! (en este caso, necesariamente con mayúsculas). Uno de estos intérpretes es el gran guitarrista escocés (de nacimiento) David Russell que actuó el pasado día 11 en el Auditorio Nacional de Madrid dentro del I Festival de Guitarra de Madrid.
Como ya hemos venido comentando, el seguimiento del Festival de Guitarra por parte del público madrileño no está cumpliendo las expectativas de los organizadores, lo que ha llevado a la cancelación de la mayor parte del cartel. Ésta no fue una excepción y el pasado jueves acudimos apenas 150 personas a escuchar a uno de los mejores guitarristas clásicos del panorama internacional que en 2005 fue galardonado con un Grammy por su CD AIRE LATINO en la categoría de mejor solista instrumental en música clásica.

Aunque suene un poco raro para un guitarrista de origen escocés, el concierto dio comienzo con una puntualidad inglesa. A las 22:30 exactamente David subía al escenario de la sala de Cámara del auditorio ante un público poco nutrido pero repleto de seguidores de la carrera de este maravilloso guitarrista. Desde el primer momento Russell se mostró muy divertido y cercano, presentándose cortésmente e introduciendo brevemente el programa, que dio comienzo con la trascripción del propio artista de la Sonata R. 46 en Si bemol Mayor de Vivaldi, originalmente escrita para cello y continuo. Uno de los comentarios que más se han oído en relación a la carrera de este genial guitarrista, no sin razón, es que la capacidad de dejar a un lado el lucimiento personal para concentrarse en una ejecución musical suprema, con una técnica impecable, un sonido increíble y la musicalidad que en su día elogiara el maestro Segovia.
Siguiendo con sonoridades barrocas, Russell presentó las dos piezas de Bach que interpretó a continuación, bromeando sobre la famosa Air en Sol, de la tercera suite orquestal, que a pesar de su nombre está escrita en Re. La magistral escritura del maestro alemán llenó el auditorio con estas dos formidables piezas en una ejecución impecable. Quizás para muchos de los lectores de este espacio web, acostumbrados a magnificas guitarras eléctricas, pastillas, circuitos, potentes sistemas de amplificación y demás cacharrería, la idea de que un guitarrista pueda inundar una sala con su sonido parezca un hecho banal, pero para los que nos hemos sentado alguna vez ante el respetable con tan solo un trozo de madera, seis cuerdas y (en el mejor de los casos) un trozo de papel, sabemos que muy pocos guitarristas son capaces de lograr semejante calidad de sonido. Y creedme si os digo que en este sentido, Russell es uno de los mejores guitarristas del panorama internacional actual.

Russell quiso hacer una mención especial al centenario de la muerte de Francisco Tárrega (1852-1909) interpretando a continuación algunas de sus piezas menos conocidas, no sin antes comentar una de las más populares anécdotas sobre el genial guitarrista catalán. Tocó un fragmento del “Gran vals” con la famosa melodía que se ha ligado inevitablemente a una conocida marca de móviles, la melodía ya mundialmente conocida como “Nokia-tune”, para demostrar que, si bien se ha cumplido un siglo de su desaparición, Tarrega sigue sonando a diario en todo el mundo. El trémolo de “Sueño” fue simplemente impecable y en la exquisita melodía de “Alborada” – la cajita de música – no faltó ni uno solo de los abundantes armónicos.
Dicen que cuando uno está disfrutando el tiempo transcurre más deprisa, y debe ser así porque, casi sin caer en la cuenta, llegamos a un breve descanso de apenas 15 minutos en los que muchos espectadores, reunidos en corrillos comentaban asombrados la espectacular maestría de Russell.
Tras volver del descanso, viajamos al siglo XVIII de la mano de otro gran guitarrista, el madrileño Dionisio Aguado. La cuidada melodía del adagio y la elegante polonesa sirvieron de entremés perfecto para el plato fuerte de la noche, la obra “El llanto de los sueños” que Stephen Gross ha dedicado a David y Maria Russell. La pieza, estrenada la pasada primavera, está formada por tres movimientos inspirados en las obras de Lorca: “Cantiga”, “Madrugada” y “Alborada”, que en palabras del propio compositor denotan una cierta nostalgia hacia la Andalucía de los años 20 y 30 de este siglo.

En definitiva, un concierto formidable, sin poses, ni fotos, ni focos, ni nada de eso, pero con música, muchísima música, de la mano de un guitarrista que sabe combinar una enorme musicalidad y virtuosismo técnico con una sencillez y simpatía innatas.
Texto:Sara/Gorka R.
Fotos:Cedidas por www.guitarramadrid.net